Check-in #10 — Unas llaves de oro
Hoy me bajo del tren de la semana pasada y vuelvo a un hotel. A uno un poco más estable. En realidad puede ser cualquier hotel de un cierto nivel. Lo sabrás, entre otras cosas, porque verás dos llaves de oro en la solapa del conserje en la entrada. Hoy vengo con un poco de historia.
Quizá ya has visto "Gran Hotel Budapest" de Wes Anderson. Si no lo has hecho tienes deberes. En ella hay una escena en la cual Gustave, el protagonista, pide ayuda a sus colegas conserjes. Uno tras otro se van pasando el recado hasta que llegan al que definitivamente le ayuda:
Esa especie de sociedad secreta no es un invento de Wes Anderson porque tampoco es secreta: es concretamente una asociación internacional llamada Las llaves de oro, fundada en París -donde si no- en 1929 y que ya tiene presencia en 44 países de todo el mundo. ¿El objetivo? Inicialmente era una unión de once conserjes de distintos hoteles parisinos para unir fuerzas y conseguir que sus servicios fuesen más útiles.
¿En qué les ayuda estar en una asociación? En primer lugar, obviamente, como distintivo de calidad: se requieren al menos cinco años de experiencia en una recepción, tener un padrino dentro de la asociación, varias cartas de recomendación y hablar, preferiblemente, más de dos idiomas.
Pero, obviamente, Las llaves de oro son una asociación con un alto nivel de influencia a través de contactos. Un conserje de la asociación en un hotel de Madrid puede conseguir a su huésped prácticamente cualquier cosa que puede estar a kilómetros de distancia. Sus contactos lo son todo.
Todo esto viene porque el otro día estuve un rato charlando con B. Él lleva más de 30 años como conserje de un emblemático hotel de cinco estrellas en una gran capital europea y, por supuesto, es miembro de Las llaves de oro:
B. me contaba que para él existe un lema "Nunca decimos que no. Siempre acabamos encontrando alguna manera e informamos al huésped". Conseguir un jet privado es de lo más habitual en su día a día. Entre lo más raro que le pueden pedir puede ser algún "souvenir" un tanto especial (ha llegado a tener que organizar contenedores de barcos para que el huésped se pudiese llevar su particular souvenir).
Le pregunto a B. si en todos estos años el perfil del huésped de un hotel de lujo ha cambiado. Me responde que en absoluto, hay una serie de cosas que a todos nos gustan desde tiempos inmemoriales: que nos cuiden, la primera. Por eso B. siempre lleva consigo una libreta con todos sus contactos e información necesaria: "puede ser que internet se caiga, a mí me gusta preparar a mi equipo para lo inesperado". Supongo que esa es la diferencia entre un conserje normal y otro miembro de Las llaves de oro.
Nos vemos en el próximo check-in.